sábado, 19 de marzo de 2011

Alerta roja en Japón

Japón entro ruinas el 11 de marzo de 2011, luego que desastres naturales  ocasionaran la destrucción total del país.
·      La catástrofe que conmociono al mundo, dejo un saldo innumerable de muertos  y una alerta  mundial ante la amenaza de contaminación nuclear, no solo en Japón sino también en países cercanos.
Una de las principales preocupaciones que atemorizan a la sociedad Japonesa es la radioactividad y el riego de vida que ocasiona la misma. No obstante emigran a lugares aledaños, como China, en el cual deben someterse a un estricto control para posibilitar su ingreso.  Considerando un posible riesgo de extensión de elementos radiactivos a otros países a través del viento, Lennart Carlsson, director de Seguridad de las centrales nucleares en Suecia, ha asegurado que el viento "está soplando hacia el Pacífico" y añadio  "No creo que vaya a haber problemas en otros países"
Una de las principales preocupaciones es el riesgo sanitario, a pesar de que algunas autoridades descartan la posibilidad de la expansión nuclear a países contiguos, ya se ha detectado la contaminación en agua y alimentos. El gobierno nipón detectó niveles de radiactividad más alto de lo normal en leche y espinacas.
"Se ha detectado un nivel de radiactividad que excede el límite legal en Japón en una muestra de leche tomada en la prefectura de Fukushima y en seis muestras de espinacas de la prefectura de Ibaraki", explicó el jefe de Gabinete, Yukio Edano, aunque remarcó que estos niveles no son dañinos para la salud”
El Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA)informó, desde su página web, que los operarios que trabajan para evitar un desastre en la planta nuclear japonesa de Fukushima realizaron orificios en las cubiertas de los reactores 5 y 6 de la planta para evitar explosiones.
La medida apunta a evitar concentraciones de hidrógeno que puedan provocar explosiones en la planta que resultó gravemente dañada por el terremoto y el tsunami que sacudió a Japón hace una semana.

Por: Melina Meiners - Eugenia Iermoli